“Cuando una luz se apaga… siempre hay otra que se enciende” – Cuidar de una forma integral

En el anterior post definíamos el cuidado integral como el cuidado que intenta cubrir todas las necesidades del paciente …y también deberíamos incluir a su familia cuando están pasando por el proceso de la enfermedad. “Raquel” tenía 27 años, acababa de ser madre hacía tan sólo 4 meses cuando le diagnosticaron un carcinoma de riñón con metástasis en varios órganos de su cuerpo y con un pronóstico de 2 meses de vida. Una historia terrible, aunque no aislada,  ésta nos tocó vivirla a mis compañeras y a mí en el servicio de Paliativos de un hospital cualquiera.

¿Qué podíamos hacer por ella?

¿Qué podíamos hacer por su madre?

Como equipo sanitario comprendimos que no sólo había que cuidar de Raquel sino también de su familia y sobre todo de su madre, que estaba viviendo la peor pesadilla que puede vivir una madre : por la noche cuidaba a su hija viendo como su luz se iba apagando por momentos, esa luz que ella había encendido hacía 27 años y que era lo que más amaba….y por el día salía de aquella habitación de hospital para cuidar de su nieta de 4 meses que comenzaba a vivir. Una luz se apagaba y otra se encendía y las dos prendían de sus manos. Formamos un equipo interdisciplinar para poder aportar cada uno lo mejor de nosotros ya que la situación lo requería. Queríamos que aquella hija y aquella madre consiguieran dar el siguiente paso que a cada una de ellas le correspondía con el mayor cuidado y sabiendo que les acompañaríamos en todo el proceso.

Humanizamos nuestros cuidados  :

  • Trajimos la habitación de la casa de Raquel al hospital, pusimos sus cortinas, su mesilla, sus cuadros, sus fotos y sus sábanas. Pusimos el ambientador que Raquel usaba en su casa. Queríamos que los pocos momentos que estuviera despierta sintiera que estaba en su casa
  • Permitimos que su madre le trajera todos los días la comida , sus platos preferidos, no volvimos a darle el menú del hospital.
  • En ningún momento limitamos el horario de visitas para que pudiera estar siempre acompañada.

Raquel casi nunca estaba sola, pero enfermeras y auxiliares ( incluso algún celador ) nos turnábamos `para estar siempre con ella, sentadas a su lado y leyéndole párrafos de su libro favorito “ Memorias de África». Jamás la obligamos a hacer nada ni la martirizamos con técnicas innecesarias…simplemente la acompañamos intentando apalear todos sus dolores, físicos y psíquicos. Pero no sólo Raquel nos necesitaba. Su madre cada mañana se echaba a llorar en los brazos de la primera enfermera que encontraba cuando cerraba aquella puerta. Tenía que sacar fuerzas para sujetar la mano de su hija y luego sacar a delante a su nieta.

Pusimos a su disposición toda la ayuda que en aquel momento contábamos ( hace más de 15 años ), un psicólogo, un asistente social, un sacerdote, asociaciones que podían ayudarla y voluntarios que se ofrecieron a darle apoyo. Tras la muerte de Raquel no abandonamos jamás a su madre, remitimos el caso para que hubiera un seguimiento y no se quedara en el olvido ya que temíamos que pasara por un proceso de duelo complicado  y no pudiera hacerse cargo de su nieta….

Pasados 3 meses un día apareció en el hospital con un gran ramo de flores y su nieta en la sillita de ruedas….entraba sonriendo, con los ojos llenos de dolor pero agradecida y con fuerza. Jamás podré olvidar las palabras que nos dijo y las llevaré siempre conmigo: GRACIAS A TODOS VOSOTROS, OS DOY LAS GRACIAS DE PARTE DE RAQUEL POR DARME LA FUERZA SUFICIENTE PARA VOLVER A SER MADRE DE MI NIETA PORQUE SE QUE RAQUEL SIEMPRE VIVIRÁ EN ELLA.

Ana Belén Abenoja

Autor Ana Belén Abenoja

“sé la enfermera que te gustaría tener como paciente” es la frase que define este blog. Enfermería significar cuidar, pero debemos cuidar con calidad y viendo al paciente como a una persona con necesidades, miedos y preocupaciones .

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