El aperitivo de Casado en el frío polar

A Pablo Casado no era difícil verle los fines de semana por Navalperal de Pinares hasta su ascenso a los altares del Partido Popular (PP). El conocido como pueblo de las tres mentiras—no es naval, carece de perales y se encuentra alejado de los extensos pinares de la zona— es famoso por sus aperitivos, pero el frío casi polar que arrecia entre los meses de octubre y abril no incentiva precisamente a los foráneos a acudir a los bares de la plaza para degustar sus sabrosas raciones. Ajeno al parecer a las bajas temperaturas, Casado sí lo hacía, y es probable que lo siga haciendo, aunque de forma menos asidua, por culpa de sus nuevas responsabilidades.

Si se permite el paralelismo, la experiencia deberá servirle ahora para adentrarse en muchos otros territorios fríos de la política y obtener de ellos el aperitivo con el que saciar la voracidad de los electores. Uno de esos terrenos inhóspitos, obviamente, es la Sanidad. Aunque parezca difícil, el nuevo líder del principal partido de la oposición lo tiene fácil para propugnar un modelo sólido de Sistema Nacional de Salud (SNS) que durante años el PP pareció empeñado en desfigurar, por culpa de sus temidos complejos, el miedo al qué dirán, y la creencia errónea de que, dirigiéndose al centro, su base electoral aumentaría, cuando lo que ha hecho es menguar.

Y lo tiene fácil porque podrá proponer un programa nítido, frente a los cada vez más escorados posicionamientos a la izquierda que muestra el PSOE en el Gobierno en el intento de robarle el voto a Podemos. ¿Qué debe proponer Casado en este área? En primer lugar, la defensa de un SNS cohesionado, sin pacientes de primera y de segunda, sin obstrucciones a la circulación de enfermos por la anacrónica existencia de múltiples tarjetas sanitarias, y sin diferencias salariales abismales entre los profesionales como las que existen. La segunda propuesta tiene que ver con estos últimos. Médicos, enfermeras y farmacéuticos, encuadrados tradicionalmente dentro de posiciones conservadoras, se han ido alejando del PP por culpa de las actitudes distantes propias de quien ostenta el poder.

El caso de la prescripción enfermera y el ministro Alfonso Alonso es la mejor muestra de ello. Si los populares quieren volver al Gobierno tendrán que enamorar a los trabajadores del sector y reconquistar el terreno perdido en organizaciones, colegios y sociedades científicas, en donde ha quedado desplazado por muchos peones promovidos por el PSOE. En tercer lugar, Casado y su equipo tendrían que romper una lanza en favor del papel que puede jugar la privada en la sanidad pública. La defensa de la segunda no puede significar un rechazo de la primera y Alzira es el lugar en el que se está desarrollando la batalla. Y en cuarto lugar, recuperar el liderazgo ideológico: rechazo frontal a la eutanasia, defensa de la vida y vigilancia extrema a las ocurrencias de Pedro Sánchez en Sanidad.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué dos grandes amigos sanitarios del PP desde la época de Aznar han quedado separados en bandos diferentes y sin posibilidad de volver a trabajar juntos, por alinearse con Casado y con Santamaría, respectivamente?

¿Qué nuevo alto cargo del Ministerio goza de un altísimo prestigio entre sus compañeros de profesión?

¿Qué gran CEO de una multinacional farmacéutica medita estos días decir su adiós a la vuelta del verano, tras llevar muchos años en la cúspide?

¿Qué miembro del equipo de Casado defiende encomendar a Echániz el área de Trabajo y apartarlo de la Sanidad? ¿Por qué?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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