El timo de la estampita de la humanización

Los principales dirigentes sanitarios de este país no paran de utilizar eufemismos para enmascarar realidades, embaucar a incautos o dar pomposidad a acciones que tendrían que entrar en la categoría de la normalidad. El último término que causa furor en el sector es el de la “humanización de la asistencia”. De unos años a esta parte, proliferan los foros, cenáculos, mesas redondas y cuadradas, conferencias y congresos en los que la palabra maldita se cuela con inusitado protagonismo, desatando un poder cautivador en los que la escuchan y un halo de autoridad en los que la pronuncian.

Mientras esto sucede, los pacientes sufren verdaderos vía crucis en su tránsito por los hospitales, aguantan estoicos esperas interminables desde que se les diagnostica una enfermedad hasta que se les interviene quirúrgicamente y soportan un sistema que a la par que les cura les oprime, como le ocurría a José K. con la Justicia en el Proceso de Franz Kafka. La palabra “humanización” les ha venido al pelo a muchos menos a aquellos que, en realidad, deberían beneficiarse de ella. Ha permitido, por ejemplo, la proliferación de chiringuitos en los que mucha gente sin oficio ni beneficio lo mismo imprime con el nombre un sello de “buenismo” a documentos oficiales o semioficiales, que organiza eventos, obteniendo a cambio un pingüe beneficio. También les ha venido muy bien a la industria y a las empresas.

Estando como están en el disparadero, su presencia en todo aquello que lleve el marchamo de humanizador les otorga un barniz de filantropía difícilmente alcanzable con actuaciones enmarcadas dentro de ese otro eufemismo al que ha dado en llamarse “Responsabilidad Social Corporativa”. Otras de las grandes beneficiadas de su uso han sido las consejerías. Ávidas siempre de subyugar a los enfermos/votantes con acciones etéreas mientras engordan su estructura, las administraciones sanitarias han creado direcciones y subdirecciones generales, consignando tan genérico vocablo en su denominación oficial. Más burocracia a cambio de más marketing y resultados dudosos. Puestos a ser críticos, cabrían mil preguntas sobre la humanización. ¿No es acaso humana la atención que reciben los enfermos? ¿Alguien duda que los profesionales sanitarios no actúan con el máximo humanitarismo vocacional cuando se relacionan con los pacientes?

Lo que es deshumanizadora no es la asistencia, sino un sistema que crea hospitales en los que los enfermos deben recorren distancias kilométricas, en los que el papeleo agota cualquier resto de energía, y en los que el vuelva usted mañana, o dentro de seis meses son los principios rectores de funcionamiento. Y eso, ninguna dirección general, foro o cenáculo han sido capaces de cambiarlo. Con el término “humanización” sucede lo mismo que con otras palabras como “sostenibilidad”, “financiación selectiva” o “transferencias de valor”, creadas en su momento para esconder realidades como la quiebra, los medicamentazos, o el tarugazo que recibían los médicos a cambio de la prescripción pertinente. Eufemismos.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué “affaire” vincula al director de gestión de un conocido hospital con el gabinete de comunicación de dicho hospital?

¿Qué algo directivo de la industria echa pestes del Ministerio por arruinarle el veraneo?

¿Qué consejero de Sanidad del PP maniobra para venir a Madrid, aprovechando sus vínculos con Pablo Casado?

¿Qué caso de endogamia está desatando todo tipo de dimes y diretes dentro de una Consejería de Sanidad del PP?

 

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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