Las otras comunicaciones

La ciudad de Madrid se ha sumado al grupo de metrópolis que, agobiadas por la contaminación ambiental, han puesto en marcha medidas para acabar con ella o, al menos, para reducir su impacto sobre los ciudadanos. Un planteamiento que, como decisión más concreta, se ha traducido en reducir el tránsito rodado por el centro de la ciudad, en un área de actuación que se ha calificado como ‘almendra central’.

Sin duda, se trata de una medida política que, como cualesquiera otra, ha levantado críticas, aunque ninguna de éstas entra en el principal objetivo de la decisión: reducir los efectos que sobre la salud de los ciudadanos va a comportar. De momento, sólo se tienen en cuenta sus efectos sobre los resultados económicos de los establecimientos comerciales de la zona afectada.

Mi intención no es entrar en la valoración de la decisión, que la acepto desde el punto de vista de la salud, sino en la concatenación de medidas que deberían derivarse de ella, especialmente por lo que se refiere a las otras contaminaciones.

Ante todo, me llama la atención que la experiencia se haya puesto en marcha en plena época navideña, cuando las otras contaminaciones, la lumínica y la acústica, alcanzan índices incalculables en la vida ciudadana.

Qué puede decirse de la contaminación lumínica cuando las calles, especialmente las de esa denominada ‘almendra central’, aparecen engalanadas hasta la saciedad con miles de luces que cubren arcos y hasta en las plazas se colocan simulacros de árboles cubiertos de bombillas multicolores convertidos en auténticos artefactos lumínicos. Por supuesto, que también se adornan con luces los árboles naturales de las calzadas. ¡Vamos, que se derrocha luz sin importar su efecto, ni sobre la naturaleza ni sobre los ciudadanos! (Desconozco si, en este caso, los comerciantes también tienen algo que decir).

Junto a esta contaminación debe colocarse la otra, la acústica, sobre la que tan poco se habla, por más que la suframos diariamente y se incremente en fechas señaladas como la navideña. Y no lo digo tanto por los petardos y otros artificios destinados a incrementar la luz y el sonido, sino por el ruido provocado por los vehículos de motor, en algunos casos preparados para aumentar el ruido.

De todos modos, y como consuelo, habrá que terminar concluyendo que por algo se empieza. Confío en que lo de hoy, la lucha contra la contaminación ambiental, dé paso a otras batallas igual de importantes que la ahora emprendida.

Autor Carlos Nicolás

Director de Acta Sanitaria

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