Salvando las distancias

En los últimos días hemos tenido noticias de dos tragedias que nos han conmocionado como son la colisión en los Alpes franceses del avión de pasajeros de la compañía Germanwings (con 150 víctimas mortales) y el accidente de tres espeleólogos españoles en las montañas del Atlas (con 2 víctimas mortales y un herido leve).

Salvando las distancias, como el tipo de accidente, la diferencia abismal en el número de víctimas, el impacto social del siniestro, la plurinacionalidad del accidente de avión, etc. En ambas tragedias hubo un denominador común… la montaña.

Los equipos de rescate tuvieron que trabajar en alta montaña (ambos por encima aproximadamente de los 2.400 mts.) con los problemas que ello conlleva y en terrenos de complejísimo acceso (principalmente en la cordillera del Atlas).

Lo que nos ha llamado la atención es la actitud tan diferente frente al rescate que se ha dado en cada caso.

Con este escrito no pretendemos juzgar las capacidades de dos países que no pueden ser comparados, uno pertenece al llamado primer mundo y por consiguiente con recursos para el rescate prácticamente ilimitados y otro del tercer mundo con recursos escasos y limitados, en cuanto a medios de rescate se refiere.

Pero sí nos pueden servir como ejemplo para analizar dos realidades y filosofías distintas a la hora de afrontar una tragedia, extrapolables, en la medida justa, a nuestras realidades laborables en las emergencias diarias.

En el accidente del avión de Germanwings la alerta fue inmediata y rápidamente se puso en marcha un dispositivo de rescate con un gran volumen de recursos humanos (fueron movilizados en los primeros momentos más de 600 efectivos) con un alto grado de preparación y cualificación en emergencias (por sus propias competencias profesionales y realización de simulaciones y entrenamientos periódicos).

Recordemos que la preparación del personal de atención y rescate no se obtiene en el seno de la catástrofe sino con los entrenamientos periódicos y con la resolución de emergencias en los operativos ordinarios, aunque en menor magnitud.

La catástrofe se dota y planifica con antelación no improvisando en el momento del suceso.

Un emergencista decía, de modo simplista, que “la catástrofe es la magnificación del día a día”.

Además dada la plurinacionalidad de las víctimas y las cercanas sensibilidades políticas de los principales Estados implicados, en ningún momento se rechazó las ayudas externas, posiblemente no necesarias para la resolución del siniestro, pero muy oportunas para dar trasparencia social y el necesario consuelo a los allegados de las víctimas.

En definitiva se aportaron altas dosis de seguridad a la población.

En el accidente de los espeleólogos españoles en la cordillera del Atlas la alerta fue tremendamente tardía, al parecer el accidente sucedió un domingo y hasta el miércoles siguiente no se denunció su desaparición.

El despliegue del rescate oficial no comienza hasta 24 horas después (jueves) cuando se establece el primer contacto visual con las víctimas por parte de sus compañeros de expedición.

cueva gomez

Según datos de la Gendarmería, se despliega un operativo de rescate formado por 140 efectivos (también un importante número de recursos) con escasa o nula formación ni experiencia en rescate de montaña.

 

Se les oferta ayuda externa oficial (4 miembros del Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña de la Guardia Civil y 3 miembros del Grupo Especial de Operaciones del Cuerpo Nacional de Policía) y privada (16 miembros de la Federación Andaluza de Espeleología) la cual tardan en aceptar por un intento de ocultar sus propia ineficacia en este tipo de operaciones, unido a unas relaciones políticas entre ambos Estados cuanto menos complejas.

Esto, por el contrario, ha generado sensibilidades generalizadas de inseguridad a la población que ha tenido acceso a los hechos a través de los medios de comunicación.

Nos gustaría reseñar una práctica que suele ser muy común y humana (también se da bastante en los equipos de rescate), cuanto mayor es la impericia hacia algo, mayor es el interés por ocultarla y por poner obstáculos absurdos para aceptar la ayuda de agentes externos.

Se prefiere emplear una inmensa cantidad de recursos para resolver un problema, desistir o incluso fracasar antes que permitir que nos ayuden.

Con ayuda resolveríamos el problema y ganaríamos en seguridad y confianza.

Con estas reflexiones no pretendemos poner en tela de juicio a ningún Estado y mucho menos a los equipos de rescate actuantes, seguro que todos los que intervinieron en ambos sucesos lo hicieron de la mejor forma que sabían y podían.

Nada más nos queda que dar un merecido recuerdo a las víctimas y a sus allegados, de estos luctuosos hechos.

 

 

Juan Carlos Gómez

Autor Juan Carlos Gómez

El mecanismo de acción de la puño percusión precordial (en la reanimación cardiopulmonar) es el de una desfibrilación eléctrica de 0,04 a 1,5 Julios, debido a la conversión de la energía mecánica en energía eléctrica. Blog orientado a la enfermería de Urgencias y Emergencias.

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