Seguiremos fuertes, Pablo

Ha fallecido Pablo Ráez. Dignificar la vida es perseverar por conservarla, y eso hizo Pablo. Gracias a su voz aumentaron los registros de donantes de médula ósea un 1400% en apenas unos meses. Maldita leucemia, no es el único Pablo que te llevas. Y me siento a escribir y me las apaño para que salgan estas palabras y no los nombres de tantos y tantos otros como ya se marcharon, o los que se despedirán mañana.

El cáncer no es sólo pelones sonrientes con camisetas de superhéroe. Aunque sea necesario que eso también, pero no. El cáncer es un golpetazo en la cabeza, tiritonas, papá-me-duele-mucho, mamá que se deja de peinar, la abuela que no habla, noches sin dormir, habitaciones de aislamiento, mascarillas que tapan los besos de tu novia, vómitos y calambres, veneno intravenoso, intestinos destrozados, tus hermanos al otro lado de un cristal blindado. Y a veces, el cáncer es decidir morir en el hospital o en casa, como hizo Pablo, rodeado de los suyos y protegido, en su sitio más íntimo y personal. Pablo supo vivir también porque eligió morir de la mejor manera posible.

Seguiremos fuertes porque el cáncer lo luchamos entre todos: el paciente que se somete a los efectos secundarios y al dolor; la familia que mira al miedo impotente, pero firme; las enfermeras que vuelven siempre con más medicación aunque al final del turno ya les tiemblan las piernas; los médicos especialistas que no pueden dormir hasta que dan con el mejor tratamiento; los voluntarios que años después de perder a un familiar se visten de payasos de hospital y hacen reír cada jueves a mediodía sin contar lo mucho que ellos lloraron. El cáncer lo luchan los grandes empresarios que donan cantidades que no sabemos lo que abultan, la ciencia en los laboratorios, los niños del patio de un colegio eligiendo en su equipo al pelón debilucho que vuelve con diez kilos menos; o cuando le dicen lo guapísima que está con esa cicatriz y veinte kilos más.

El paciente a veces se viene abajo, es su legítimo derecho a tener miedo, su derecho a la tristeza. Y tenemos que estar ahí para cuando pueden luchar, para cuando creen que no. Porque muchas veces se curan con el último suero, cuando se sienten agotados e incapaces entre vómitos y mareos. Y ya está, levanta, se acabó.

Sobrevivir no depende sólo de las ganas de seguir adelante. Depende de tantas otras cosas, como la respuesta orgánica al tratamiento, como encontrar una médula compatible.

Yo ya soy donante de médula ósea, Pablo, pero sé que muchos lo son gracias a ti. Rendirse es dejar de investigar, es dejar de inyectar células madre en médulas inmunodeprimidas. Rendirse es no cuidar y levantar el ánimo a los que ahora están en el hospital debilitados por tu marcha. Y es que tú eras un símbolo, Pablo, y ha sido un golpe duro para todos. Pero seguiremos fuertes porque tú nos hiciste más fuertes.

Gracias por tanto.

Alicia Chamorro

Autor Alicia Chamorro

Alicia Chamorro García es enfermera. Durante varios años trabajó en el Hospital de oncología de Bruselas, el Institut Jules Bordet. Actualmente investiga sobre el impacto de la ficción en la enfermedad y al final de la vida en cuidados paliativos pediátricos. Fundadora de "Cuéntame algo que me reconforte". #CAQMR

2 Comments

  1. mary cruz

    me gusto mucho tu carta y encuentro que es estimulante ,para las personas que quedan después de que algún paciente se muere por cancer.No lo ha podido vencer pero siempre habrá otros que saldrán victoriosos.

  2. Montse Linares

    Enhorabuena por esta entrada…
    De lo más emocionante que he leído en estos días.
    Enhorabuena de verdad por tus palabras.

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